Dr. Rodrigo Montero Pérez

Decano Facultad de Administración y Negocios

Universidad Autónoma de Chile

Dr. Mario Sarián González

Docente Facultad de Administración y Negocios

Universidad Autónoma de Chile

Miembro del Grupo de Investigación

Tecnologías Emergentes, Democracia y Derechos Humanos Institute of International Studies (EIIS), Suecia

 

 

En el actual escenario empresarial, la información a partir de datos se ha convertido en el principal motor de la toma de decisiones. Las organizaciones utilizan herramientas de business analytics para procesar enormes volúmenes de datos y así identificar patrones, anticipar comportamientos de mercado o definir estrategias competitivas.

Sin embargo, esta capacidad de cálculo sólo cobra sentido si se combina con una mirada ética, transparente y orientada al bien común. Hoy la verdadera pregunta no es cuánto saben los algoritmos sino cómo usamos ese conocimiento para mejorar la vida de las personas.

En ese espíritu, la Pontificia Academia de Ciencias Sociales de la Ciudad del Vaticano organizó recientemente el encuentro “Digital Rerum Novarum: una inteligencia artificial para la paz, la justicia social y el desarrollo humano integral”. Reunió a 50 expertos de diversas disciplinas que coincidieron en un llamado común: la tecnología más disruptiva de nuestro tiempo debe estar al servicio del desarrollo humano, y no a la inversa.

En él, se insistió en que la ética tecnológica no puede separarse de la justicia social; se destacó la necesidad de detener la carrera armamentista digital en línea con los llamados del Papa Francisco a favor del desarme global, y se propuso armonizar las distintas iniciativas de regulación de la inteligencia artificial (IA) bajo un marco común con consecuencias efectivas ante el incumplimiento.

Asimismo, se analizó el futuro del trabajo desde una perspectiva integral. La justicia social tecnológica demanda un nuevo pacto entre trabajadores, empresarios, comunidad científica y gobiernos, para distribuir equitativamente los beneficios de la automatización y de la IA. En este escenario, la educación continua y la formación en competencias digitales se vuelven esenciales para que la revolución tecnológica no profundice brechas sociales.

Otro punto relevante es la sostenibilidad. Los centros de datos que sostienen la infraestructura de la IA consumen cantidades crecientes de energía. Por eso, se subrayó la necesidad de alinear el crecimiento tecnológico con la ecología integral promoviendo energías limpias, infraestructuras sostenibles y cooperación regional especialmente en los países más postergados.

De aquella instancia surgió la Red IA de América Latina para el Desarrollo Humano Integral. Sus propósitos son integrar la aplicación de la IA bajo una visión ética, ecológica y socialmente justa, promover políticas productivas integrales e impulsar un modelo de desarrollo para una innovación con equidad.

El avance de esta tecnología y el análisis de datos están redefiniendo la gestión empresarial y más que delegar decisiones a un sistema, el liderazgo responsable exige entender cómo y por qué la tecnología recomienda una acción. Hoy las compañías pueden decidir con base en información en tiempo real, analizar escenarios y reducir la incertidumbre gracias a modelos predictivos.

Un líder ético debe saber cuestionar los resultados que arrojan los algoritmos, integrando siempre su juicio humano y sus valores. En este contexto, la toma de decisiones empresariales basadas en IA y big data representa tanto una oportunidad como una responsabilidad. Los sistemas de business analytics ofrecen un soporte extraordinario para planificar inversiones, optimizar recursos o prever crisis, pero también pueden amplificar “bias” (sesgos) si se alimentan con datos incompletos o descontextualizados.

Las empresas deben promover una cultura de transparencia, donde los procesos analíticos sean tan claros como los resultados que generan. Como recuerda la OCDE, la IA responsable se fundamenta en tres principios: explicabilidad, equidad y control humano. Esto significa que toda decisión automatizada debe poder ser comprendida, auditada y, cuando sea necesario, revertida.

Este siglo exige un liderazgo que combine éticamente inteligencia tecnológica y el saber humano; IA y big data. Pensar “fuera de la caja opaca de los algoritmos” significa volver a poner a las personas en el centro de cada decisión, logrando no sólo ventaja competitiva sino también credibilidad y legitimidad social.

El liderazgo responsable en la era digital se construye sobre cuatro pilares: transparencia, equidad, sostenibilidad y propósito. No se trata de oponerse a la tecnología sino de gobernarla con sentido. Una IA para la paz y la justicia social no es una utopía, sino un compromiso urgente.