Dra. Jessica Morales Gutiérrez

Decana Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades

Universidad Autónoma de Chile

 

Desde el psicoanálisis freudiano hasta el enfoque humanista, la relación terapéutica ha sido pilar en salud mental. En el siglo XXI, con el auge digital, la alianza terapeuta-paciente se ha reformulado con plataformas, telemedicina e inteligencia artificial (IA) incluyendo chatbots terapéuticos como apoyo a la detección y búsqueda de ayuda.

Surge entonces la interrogante: ¿qué tipo de vínculo se configura con la mediación tecnológica? Tradicionalmente, la alianza terapéutica se sustentaba en la empatía y la confianza, pero el traslado a lo digital redefine estas bases. La investigadora de la Universidad de Melbourne Reeva Lederman y otros autores, proponen el concepto de alianza terapéutica digital (DTA), que adapta presencia y colaboración al entorno tecnológico. Katiene Aafjes-van Doorn, de la Universidad de Nueva York, identifica cierta eficacia, aunque menor profundidad relacional.

En chatbots, la relación “humano-máquina” introduce empatía simulada, anonimato y autogestión, instalando una tríada paciente-tecnología-terapeuta que desafía lo ético y clínico.

Frente al aumento de trastornos emocionales y la sobrecarga del sistema, los chatbots surgen como soluciones accesibles y de bajo costo. Diversos estudios reportan que, con el uso de plataformas basadas en modelos de lenguaje natural y técnicas de CBT, como Woebot, Wysa, XiaoE o Tess, han reducido de síntomas depresivos entre estudiantes y adolescentes.

Así, estas herramientas tienen potencial como primera ayuda emocional.

Sin embargo, persisten limitaciones. La investigación es escasa y de corto plazo. Advierten dificultades para detectar riesgos críticos como ideas suicidas dada la falta de sensibilidad clínica, sumado a una preocupante carencia de regulación ética y estándares de calidad y la urgencia de resguardar la privacidad, la transparencia algorítmica y su uso ético.

Otros dilemas son la rendición de cuentas, sesgos en el entrenamiento y opacidad de modelos conversacionales.

Frente a este escenario, se requiere avanzar en evidencia clínica robusta, regulación específica, supervisión profesional ad-hoc para la tríada terapéutica, y comunicar los resultados.

La IA puede fortalecer la atención psicológica pero aún no sustituye al vínculo humano. Si es bien diseñada y normada, puede convertirse en un complemento eficaz en salud mental digital.