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MATEO VALERO CORTÉS
Director Barcelona Supercomputing Center (España)
Doctor Honoris Causa Universidad Autónoma de Chile
La humanidad está viviendo un momento sin precedentes en toda su historia, marcado por una revolución tecnológica en la que máquinas como los supercomputadores, la disponibilidad de grandes cantidades de datos y el desarrollo de nuevos algoritmos de inteligencia artificial están cambiando la forma de interactuar con nuestro entorno.
Esta nueva situación nos plantea grandes desafíos y oportunidades que tenemos que ser capaces de gestionar correctamente para que este cambio de paradigma sirva para vivir más y mejor. Podríamos decir que estamos frente a una de las grandes revoluciones de la historia de la humanidad, si no la mayor.
Como director del Barcelona Supercomputing Center –Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS)- desde su fundación hace ya dos décadas, he sido testigo y actor privilegiado de la evolución imparable de estas herramientas tecnológicas que han transformado nuestra capacidad de generar conocimiento y de ayudar a conocer y a veces resolver los grandes retos de nuestra sociedad.
En estos años, la supercomputación se ha convertido en una tecnología esencial para abordar retos globales que trascienden fronteras, desde la lucha contra el cambio climático, la búsqueda de nuevas fuentes de energía, de nuevos materiales y de nuevos fármacos contra el cáncer, o la explosión reciente de la inteligencia artificial, en particular el aprendizaje automático, que está permitiendo dar saltos sin precedentes en campos tan diversos como la medicina, la educación o la seguridad.
Para que la sociedad en su conjunto pueda beneficiarse, los supercomputadores no deben ser un lujo reservado para las economías más avanzadas, sino un instrumento accesible y útil a científicos e ingenieros de todo el mundo, que les permita soñar y encontrar soluciones a problemas que hasta hace poco parecían imposibles, siempre con el objetivo de construir un futuro mejor y más justo para todos.
En este sentido, la colaboración internacional es un pilar fundamental para hacer avanzar la supercomputación y, en consecuencia, acelerar la ciencia y expandir las fronteras del conocimiento.
En el BSC llevamos años cooperando con equipos en Latinoamérica, a través de la RISC (Red Iberoamericana de Supercomputación) y de otros muchos proyectos. Tambien tenemos larga experiencia en colaborar a nivel mundial en proyectos como el Pancancer (estudiar la influencia de los genes en la enfermedad del cáncer), Destination-Earth donde se desarrolla un gemelo digital de la tierra, mar, aire y polos con un nivel de precisión sin precedentes y el TPC (Trillion of Parameters Concortium) donde estamos, junto con los centros más importantes de supercmputación del mundo como Argonne y Riken, desarrollando modelos de lenguaje que nos ayuden a hacer una mejor investigación con nuestros supercomputadores.
En Europa, iniciativas como la creación en 2018 de la EuroHPC Joint Undertaking, la agencia común de computación de alto rendimiento de la UE, han impulsado el avance de la supercomputación, permitiendo que los investigadores tengan acceso a recursos computacionales avanzados como el magnífico MareNostrum 5 que albergamos en el BSC, uno de los superordenadores más potentes del mundo.
Gran parte de mis esfuerzos desde hace muchos años está dirigido al impulso del diseño de chips de código abierto RISCV, aquellos que formarán parte de los superordenadores del futuro o de los coches autónomos. Uno de los grandes problemas a nivel geopolítico es la dependencia de estas tecnologías, clave en el funcionamiento de nuestras sociedades, de potencias como Estados Unidos o China que dominan el mercado mundial.
En el Barcelona Supercomputing Center somos referentes en Europa en la investigación para el diseño de estas tecnologías abiertas, que busca revolucionar y democratizar el hardware como Linux lo hizo con el software hace más de 25 años. Estamos en un momento único en la historia con grandes retos y también grandes desafíos, en el que tenemos que ser capaces de pensar en clave geopolítica y utilizar la ciencia para construir un mundo mejor y más justo para todos.
Estamos convencidos de que juntos, colaborando, lo conseguiremos.