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HERNÁN RIQUELME BREVIS
Investigador Instituto Iberoamericano de Desarrollo Sostenible (IIDS)
Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades Universidad Autónoma de Chile
Existe cierto consenso sobre el impacto de la globalización en el desarrollo tecnológico y la hiperconectividad en la vida diaria de la población. Dentro de los fenómenos sociales que cada vez adquieren mayor relevancia, la migración ocupa un papel central.
¿Por qué? Conflictos bélicos, búsqueda de nuevas oportunidades, gobiernos autoritarios, pobreza y desafíos personales, parecieran gatillar que millones de personas a nivel global se desplacen de un punto a otro. Las historias de vida y el desenlace de dichas movilidades están condicionadas por factores políticos, económicos, ambientales y culturales.
El concepto
Migrar, como un derecho humano caracterizado por dejar el lugar de residencia habitual, es una actividad histórica, pero en los tiempos actuales convendría apellidar este fenómeno social con el objetivo de aportar cierta precisión conceptual.
Hablar de migración por amenidad o de migración climática no es lo mismo. Mientras los primeros cambiarán su lugar de residencia de manera planificada, por comodidad y con criterios de selectividad para acceder a un estilo de vida de mayor calidad, los segundos deberán dejar su lugar de residencia por factores externos a su voluntad que han mermado su calidad de vida.
A modo de ejemplo, cuando un habitante de Santiago, cansado de los ritmos, sensación de inseguridad o las barreras de accesibilidad diaria, decide migrar a una ciudad pequeña del sur de Chile sin mayor contaminación ambiental, con un ritmo menos acelerado y sin tasas de delincuencia elevadas, podríamos pensar que se trata de un migrante por amenidad.
Pero si el caso es el de un habitante de la zona centro norte, que se ve obligado a dejar su lugar de residencia por falta de agua potable, nos encontramos ante una realidad que cada vez adquiere mayor notoriedad en la agenda socioambiental nacional: los migrantes internos por condiciones climáticas.
La migración climática, como subcategoría de la migración medioambiental, se torna un desafío para los gobiernos de turno. No es casual que la progresiva transformación que experimenta nuestra sociedad producto del cambio climático obligue a tomar medidas al respecto.
En nuestra historia reciente existen casos emblemáticos de migrantes climáticos en la Región de Valparaíso. La comuna de Petorca es un caso representativo de falta de agua potable en las cuencas hidrográficas, con todas las complejidades sociosanitarias, laborales y afectivas que ello implica para la población.
Claves para abordar el fenómeno
Según datos del Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC), para el período 2016-2022 el país observó casi 40 mil desplazamientos por motivos asociados a movimientos sísmicos, incendios o inundaciones.
Se prevé que migraciones de este tipo continúen en aumento debido al calentamiento global, donde las sequías, las altas temperaturas o los incendios forestales tenderán a copar la agenda política si no se toman medidas al respecto.
Los desafíos son relevantes y, entre las múltiples acciones que se pueden tomar, la educación pareciera ser una estrategia fundamental para darle una vuelta a esta difícil realidad.
Concientizar sobre las implicancias de dejar sin agua potable a pequeñas localidades es una de las tantas prioridades; no obstante, un país en vías de desarrollo como el nuestro debiese fomentar con firmeza políticas migratorias que contemplen y problematicen la categoría migrante climático, que en la actualidad sigue siendo difusa y deja en muchas ocasiones a la deriva a aquellos ciudadanos que han sido desarraigados de sus territorios por motivos ajenos a su voluntad.
Considerar a los migrantes climáticos en la agenda de movilidad y migración nacional es una realidad que debe impulsarse con mayor fuerza con el fin de anticipar escenarios adversos, resguardar los desplazamientos por catástrofes ambientales y proteger el derecho a la vida de aquellos habitantes de zonas de riesgo.
Visibilizar la migración climática y tomar medidas al respecto se torna indispensable en este siglo XXI. No es lo mismo migrar por elección que verse obligado a migrar por el continuo y prolongado deterioro medioambiental.